lunes, 14 de abril de 2014

Límites o Castigos



Dos de las formas más comunes de Maltrato infantil es el físico y el emocional, están relacionadas con la convalidación cultural de modos violentos de interactuar: esta falta de respeto hacia los derechos del otro (adultos y niños) asume distintas formas de expresión que no se consideran maltrato. Sin embargo, lo son. Por eso es útil conocer la diferencia entre límites y castigos físicos, un aspecto de la crianza marcado por la  confusión y que suele originar conductas abusivas por parte de los adultos.

Por su parte, nuestro Código Civil, en su Art. 278, nos dice que “Los padres tienen la facultad de corregir o hacer corregir la conducta de sus hijos menores..” A continuación dice: “El poder de corrección debe ejercerse moderadamente, debiendo quedar excluidos los malos tratos, castigos o actos que lesionen o menoscaben física o psíquicamente a los menores”. Caso contrario serán los jueces quienes resguardarán a los niños de dichas correcciones excesivas ejercidas por los progenitores, adoptando las medidas que estimen pertinentes. Una de dicha medida es la privación de la patria potestad por poner en peligro la seguridad, la salud física o psíquica o la moralidad del hijo, por los malos tratamientos, por ejemplos perniciosos, o por inconducta notoria.

Dentro de la crianza, poner límites en necesario. Implica un “entrenamiento” y una guía para ayudar a los niños a desarrollar sus propios juicios, su capacidad de autocontrol, su sentido de eficacia y autonomía, y sus comportamientos sociales adecuados a la cultura en que viven. La puesta positiva de límites fortalece la creencia de los niños en sí mismos y, desde esta perspectiva. Les permite desarrollar sus potencialidades.
En la puesta de límites se respeta al niño, se tienen en cuenta sus capacidades y se lo estimula para que desarrolle cierta autodisciplina. El objetivo central es fortalecer la creencia positiva de los niños en sí mismos y en su capacidad de desenvolverse adecuadamente en el mismo.


El castigo físico, en cambio, no está guiado por la intención de apoyar al niño para que desarrolle sus propios controles internos y su capacidad para tomar decisiones. Por lo general, se trata de una reacción de enojo del adulto, que no tiene una clara conexión con la edad del niño y el nivel evolutivo. En tanto refleja la ira del cuidador, el castigo físico no representa una estrategia reflexiva capaz de “educar”, ya que el niño suele no estar en condiciones de comprender qué se espera de su compartimiento. Por el contrario, los controles externos de este tipo sólo imponen el poder y el dominio, provocando la ruptura de los vínculos y generalmente, la humillación de quien recibe el castigo físico.

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