lunes, 18 de agosto de 2014

NOVIAZGOS VIOLENTOS. (VIOLENT RELATIONSHIPS)


“¿Qué hombre, qué mujer no se da experimento, con la cita y la pasión, incluso el miedo a la traición? ¿Y quién no ha tratado de preguntarle por qué tantos malentendidos pequeños o grandes que genera el diálogo entre los amantes? ¿Puede un romance ser la existencia solución de un “yo” atrapados entre la necesidad de seguridad y Eros? Cuando se rompe el hechizo inicial, en qué dirección se identifica el mal? ¿Y dónde se encuentra la cura?” (Diana Norsa (2007)Equivoci di coppia. Il gioco del tormento e delle passioni in amore)



I. INTRODUCCIÓN

En el transcurrir de la vida, de las relaciones, los novios se encuentran cada uno con su bagaje, con su mochila proponiendo un proyecto de vida común, en la mayoría de los casos comienzan la relación sin pensar y comienzan a construir de a poco una relación.


II. EL PODER

En el marco de la relación, sucede que cada uno comienza a creer desde lo cotidiano el patrón de poder, básicamente en cabeza del varón, ubicándose la sumisión en cabeza de la mujer, alguien debe mandar y alguien obedecer. Uno de ellos generalmente cede en función de la otra, a fin de evitar discusiones, desgaste en la pareja, por temor a ser agredido. Dando comienzo de a poco, al poder, que se instala irrisoriamente en la relación.
La violencia en las relaciones de noviazgo se manifiesta en el orden sexual, físico y/o psicológico, con el objeto de controlar o dominar a la pareja.


III. CIRCULARIDAD DEL MALTRATO

En efecto, en este tipo de relaciones se tiende a caer en círculos viciosos de los cuales es difícil salir, ya que el perpetrador tiende a estar arrepentido del acto cometido. Motivo por el cual suele pedir disculpas, se comporta de manera cariñosa tratando de enmendar el error, alegando que no volverá a suceder o que ella lo provocó y él  o ella no quería. Sin embargo, tiempo después, vuelva a cometer el mismo acto violento.  Situación denominada ciclo de la violencia.


La pareja produce la ilusión de completud, a partir de la cual la otra persona viene a cubrir toda necesidad, toda carencia y deseo. Desde el inicio del vínculo amoroso se van generando múltiples expectativas, ligadas todas al proceso de idealización propio del enamoramiento: es esa otra persona, quien va a satisfacer mis deseos, mis necesidades; es esa otra persona, quien me completa, “mi mitad perfecta”. Esta idealización sumada al mito de que “el amor todo lo puede” constituye un punto de alerta en el vínculo, ya que este lugar propuesto para la otra persona es de un alto nivel de exigencia incondicional.

Es importante destacar que toda interacción humana genera expectativas; cuanto mayor es el nivel de afectividad que constituye el vínculo, más es lo que se espera del otro. Cabe agregar que cada sujeto es singular, único e irrepetible y que la primera instancia de violencia en el marco de una pareja está ligada al no reconocimiento del otro/a como alguien diferente, con expectativas y deseos propios, con limitaciones y capacidades, con proyectos personales y familiares.


IV. ESTADISTICAS EN EL NOVIAZGO

Estadísticamente la prevalencia de la violencia en las relaciones de noviazgo varía desde 9 a 57%. Es decir, entre el 9 y el 57 % de los jóvenes han sufrido violencia en una relación de noviazgo.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), 3 de cada 10 adolescentes denuncian que sufren violencia en el noviazgo. En efecto, y estadísticamente muchas de las mujeres que son maltratadas durante el matrimonio sufrieron violencia en el noviazgo.

Conforme una encuesta sobre violencia en las relaciones de noviazgo llevada a cabo por el Instituto Mexicano de la Juventud dependiente de la Secretaria de Educación Pública de México, entre personas de ambos sexos entre 15 y 24 años que en ese momento vivían una relación de noviazgo. Se obtuvo que el 15% de los/las encuestados/as había experimentado al menos un incidente de violencia física con la pareja que tenían en el momento de la encuesta, de los cuales el 61 % eran mujeres. El 76% fueron víctimas de violencia psicológica y el 16,5% de las mujeres señaló haber sufrido un evento de violencia sexual por parte de su pareja.


V. EL AVANCE DEL MALTRATO

En la mayoría de los casos de violencia física en el noviazgo tienden a presentarse síntomas menores como el maltrato emocional o, el más común, el maltrato psicológico, pidiendo cambios ya sean físicos o conductuales que al agresor le disgusten, como puede ser el caso de la vestimenta, amistades, forma de ser, entre otros.

En efecto, después de haber obtenido resultados con el maltrato psicológico o emocional el perpetrador va más allá hacia el maltrato físico leve que podría ser dependiendo el caso, tirones, jalones de cabello o de los brazos, arañazos, etc. Prosiguen con el maltrato físico moderado, golpes, bofetadas, patadas, etc. 

Es común que este tipo de conductas sean arrastradas hasta el matrimonio donde deja de ser una agresión moderada para pasar a ser un maltrato físico crónico, corriendo el riesgo de ser golpeadas con brutalidad,  al extremo tal de tener que necesitar atención médica, incluso provocando la muerte.


VI. CONCLUSIÓN

La violencia en el noviazgo supone una grave violación de los derechos humanos y un grave problema social debido a su gran incidencia y a la gravedad de sus secuelas, tanto físicas como psíquicas. Como asunto de enorme trascendencia, requiere de un abordaje decidido desde el compromiso de todos para su erradicación.

Es imperioso y necesario intervenir eficazmente de manera temprana sobre esta modalidad de violencia a través de programas preventivos, concientización en las escuelas y hogares.

A fin de abolir tempranamente la continuidad del ciclo violento en los futuros hogares, futuros hijos y futuros nietos.

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